Monday, November 07, 2005

...quieres ser escritor...

... es más fácil de lo que piensas...
http://www.lainsignia.org/2005/octubre/cul_036.htm

...Ahora que estamos...












...en esto de publicar fotografías de arquitectura, les paso estas.
Son de un objeto de Javier García Solera, excelente como objeto arquitectónico por su claridad, por el claro dominio de los materilales y porque es obvio que no requerimos de más información que lo que el objeto nos muestra... como la obra de OMA.
No quiero hacer competencia, es claro que nada como la magestuosidad para ser notable en este oficio... pero prefiero VER y ENTENDER el objeto como este que todo lo que el massive bloff urbano de OMA, Ghery, MRDV, etc.. y lo peor es que hacen escuela... si no, revisen a LCM.
Prefiero aprender de Koening, García Solera, Piñon, Álvaro Rocha, etc... En ocaciones pienso que resulto demasiado aburrido en mis criterios arquitectónicos, pero al menos son más claros.

Wednesday, November 02, 2005

...la evidencia segun Saramago...

... A propósito de estos días...

Llamado por la muerte
Por José Saramago.
Cuando Javier Bauluz bajó a la playa de Zahara ya sabía que se iba a encontrar un cadáver.
Javier Bauluz es fotógrafo, en sus cámaras tanto caben besos como cuerpos destrozados. Si los besos se tornaron indiferentes por la vulgaridad y monótonos los muertos por la multiplicidad, la culpa no es suya. De él se espera que retrate lo que ve, no lo que le gustaría ver.
En septiembre las playas están llenas de bañistas. A veces las olas traen un aguamala, un pecio, una concha partida, una bola de alquitrán. La concha y los pecios pueden interesar a los artistas y coleccionistas del ready-made, el alquitrán y la aguamala hay que retirarlos con prontitud para evitar las justas reclamaciones de los turistas de fuera y de dentro.A veces es un ahogado quien recala en la costa, alguien a quien nadando le faltaron fuerzas o ya no las tenía cuando la patera se hundió. Entonces tres cosas pueden suceder frente al muerto tendido en la arena.
Que los bañistas acudan y lo rodeen compasivos, pero eso no durará mucho porque la compasión, como sabemos, se cansa fácilmente.
Que los bañistas tocados en su sensibilidad, enrollen la toalla y regresen a casa, pero eso significaría perder las últimas horas de playa porque, como igualmente sabemos, el mundo va a acabar mañana.
Que los bañistas sigan en lo suyo, ya que el muerto, muerto está, y, si es verdad que durante unas horas será un deslustre para la playo donde arribó, no la deslustrará más que la impertinencia del alquitrán, de la concha partida, del pecio y la aguamala. Y es en ese momento cuando aparece Javier Bauluz. Viene a realizar su trabajo. En otra ocasión tal vez lo atraería la translucidez de la medusa, la tabla mojada por los océanos, la cáscara vacía, el chapopote viscoso, hoy ha venido llamado por la muerte.

...No tiene la culpa...

de que los bañistas no se hayan retirado o de que no lloren alrededor del cadáver. Hace su trabajo, fotografía lo que allí está, el muerto y los vivos, fotografía tantas veces cuantas considera necesarias, desde tantos ángulos cuanto el arte de la fotografía prevé, admite y enseña. Dirá con sus imágenes lo que todos ya sabíamos: que los vivos, por la simple razón de que todavía están vivos, repelen automáticamente la evidencia de la muerte, incluso, o sobre todo, cuando la tienen ante los ojos o al alcance de la mano. Un día escribí que el muerto es el mejor amigo del vivo. Aquél cadáver en la playa era un amigo que venía a recordarnos que estamos siempre a la vera de morir, que no vale la pena que volvamos la cabeza hacia otro lado, porque la muerte puede estar a punto de tocarnos el hombro diciéndonos: “Estoy aquí”. Javier Bauluz bajó con su cámara a la playa y dijo: ”Está ahí”. Pero nosotros preferimos hacer como que eso no nos atañe, aprovechamos la última caricia del sol para sumergirnos otra vez en las olas, intercambiamos unos besos más y unas caricias con quien nos acompaña, nos tomamos unas cervezas, o un helado de vainilla, exclamamos: “Una tarde espléndida”. Y somos inocentes, no hemos hecho mal a nadie. Lo vivos se justifican siempre, realmente no sería sensato exigirles que a todas horas vuelvan la cabeza hacia este lado, el del dolor, el de la miseria, el de lo que podía haber sido y no será.
Javier Bauluz sólo es reo de un delito: el de creer que podíamos ser de otra manera. Honra le sea dada, por eso.
Publicado en el Magazine de La Vanguardia, 2 de Marzo 2003

Tuesday, November 01, 2005

...Desde hace algunos días...

...he querido publicar un escrito de Saramago respecto a la muerte.
Muy bueno.
Pero, resulta que la misma no me deja, o es el blog, o es la red... o definitivamente la calaca ya tiene dominio y control de lo que el ciber publica...

algo raro sucede.