Monday, May 07, 2007

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Desperté en el momento en que abrí los ojos. Nada nuevo tomando en cuenta que siempre lo hago de esta manera, pero este despertar era especial. Eran las siete de la mañana y tenía unas fervientes ganas de caminar, ir por el periódico dominical y hacer el desayuno para la señora y el niño.
Cuándo lo pagué, miré con el rabillo del ojo derecho el Metro del domingo; era rojo y de entrada advertí que aparecía el número 58. Sentí como aquellas sensaciones de saber que llegaré al número prometido... aquellos números a los que jugetonamente apostamos para saber si la novia te quiere, si el dinero sobrará o que en los mejores casos tu equipo de futbol ganará la partida dominical.
Caigo en la cuenta de que los que vivimos en Monterrey, llevamos una cuenta muy particular: 45,46,47,48... 56,57 y ahora 58.
58 y la cuenta al parecer subirá. Todo a cuesta de balas, sangre, palabras huecas de las autoridades, ruido de patrullas y ese ruido sordo que deja el miedo cuando saber que en cualquier momento llegará el 59.
Por lo pronto hoy a las 9:45 am del lunes son 58.
Ya no espero nada de las policías, los políticos, las PGR's, los gobiernos etc.. espero que los señores portadores de armas, dueños de esta escandalosa, podrida, nefasta, insegura y roja ciudad den una tregua cuando viajamos con nuestros niños.
Miren señores portadores de armas, tengo un hijo de 4 años ,que de momento no ha preguntado porqué (por ejemplo) hace una semana estaba un señor con la cara al volante y con salsa catsup en todo el cuerpo... creo que se quedó con la idea de que chocó al levantar su hamburguesa y se bañó en la salsa tomatera. Tampoco ha preguntado porqué papá y mamá han discutido la posibilidad de emigrar a otra ciudad que no huela a carnicería dejando de ver a Luis Carlitos, Adrían, Edgar y sobre todos los niños a Loretta. Y lo más importante, no quiero que mi hijo pregunte porqué la gente sigue tirando salsa catsup frente a niños, mujeres y hombres inocentes.
Ante estas preguntas no habría padre con respuestas, no de las que él espera.
Los tres en la mesa, desayunando y con el periódico en mano recordé que mi número es el 108 para el último segundo del mes de diciembre del 2007.
Ojalá me equivoque.